jueves, 7 de junio de 2012

Lobbies y lobos


Gran parte de la legislación que nos afecta en el día a día como ciudadanos emana de la Unión Europea. Sin embargo, hay que tener en cuenta -aunque parezca de Perogrullo- que no estamos ante una organización estatal. Los Estados miembros votan con arreglo a la norma de una mayoría cualificada. En el Parlamento Europeo no suele votar un bloque contra otro, sino que se trabaja asiduamente con una cultura de diálogo entre los principales partidos políticos. En cuanto a la Comisión, es por naturaleza abierta al lobby porque trabaja en ese sentido con una cultura parecida a la anglosajona, según explica Daniel Guéguen, Director general de CLAN Public Affairs y autor de 'Lobbying Européen'.

De modo que en Bruselas, el lobby está por todas partes: en la Comisión, el Parlamento y el Consejo de Ministros. Cada cual trabaja con sus argumentos y convicciones para persuadir a funcionarios y electos sobre la necesidad de enmendar tal o cual texto sobre un punto u otro. A destacar también en el artículo la diferenciación entre grupos de interés privado, que representan principalmente intereses empresariales (business groups) con metas económicas, y los grupos de interés público que representan principalmente objetivos no económicos.

Ya en 2008, Rory Watson y Michael Shackleton calculaban que existían 2.500 organizaciones haciendo lobby en la UE, y no solo desde Bruselas. Respecto al número de particulares que hacen lobby en las instituciones europeas hay diferentes evaluaciones, variando éstas en señalar desde 10.000 personas hasta más de las 30.000.
Respecto a la posible relación entre los grupos de presión, las decisiones de la Unión Europea sobre la crisis, destaco que las presiones de la industria han sido un factor importante tanto en los EE.UU. como en Europa en el bloqueo de una regulación más estricta de los mercados financieros - regulación que podría haber evitado la crisis económica o al menos haberla atenuado- . Y a pesar de los desastrosos impactos de la crisis, los grandes bancos, fondos de cobertura y otros fondos de inversión siguen presionando en contra de una regulación efectiva de sus actividades.
A modo de ejemplo citemos a la Federación Bancaria Europea -fundada en 1960-  y representante de las asociaciones de bancos de todos los Estados miembros, más Suiza y Liechtenstein. Según datos revelados por la Federación en el registro de lobbys de la Comisión, el grupo pasa de más de 1 millón de euros en actividades de presión, pero la cantidad real puede ser mucho mayor.

Todo esto, ¿puede tener alguna influencia en la prensa española? Es obvio aclarar la existencia de la libertad de prensa, consagrada en el ordenamiento jurídico y reflejo de la condición indispensable para que los periodistas puedan realizar correctamente su función de vigilancia social, tan olvidada a veces... En las últimas décadasen nuestro país han cumplido esta función en asuntos como la corrupción, aunque mediados en gran parte por sus líneas ideológicas y editoriales, estas disfunciones ideológicas y económico-empresariales pueden afectar también a la confección de la agenda mediática de las empresas de comunicación.
El lobby puede influir por tanto en la decisión política y afectar a través de los entramados económicos y empresariales favorecidos por la economía global el trabajo periodístico provocando disfunciones de vigilancia, filtrado y confección de agenda. En España, tanto la prensa “conservadora” como la ”progresista” en alguna medida ha elaborado su agenda respecto a las noticias económicas en función de los intereses políticos próximos a sus líneas editoriales. Comentaristas, editorialistas, articulistas en defensa de aquellos intereses creados al amparo de la coyuntura económica nacional e internacional. Portadas laudatorias de determinados aspectos, declaraciones y posicionamientos proclives a los intereses que defiende...