Xabi tiene 37 años, es bilbaíno como yo y nuestra amistad se basa además del hecho incuestionable de compartir Bilbao en que es muy buena gente, de esos que por desgracia cada vez van quedando menos…
Cuando la vida nos llevó a quedarnos en ciudades diferentes seguimos manteniendo el contacto con asiduidad al principio y con periodicidad socialmente recomendable después: cumpleaños, Año Nuevo y alguna que otra visita esporádica regada siempre con vino de la tierra, horas de charla y alguna que otra gamberrada inconfesable. Desde hace un año retomamos el contacto asiduo porque tras una larga ausencia, ha vuelto a Bilbao.
Su retorno ha sido obligado por circunstancias laborales, o más bien por la falta de ellas. Pese a su doble titulación universitaria y sus doce años de vida laboral ininterrumpida, anda desde entonces en interminables procesos de selección de personal, entrevistas, “dinámicas de grupo” (tendríais que oírle contarlas, para reír hasta las lágrimas) y demás historias de tantos trabajadores de este planeta. Historias que yo también comparto, por haberlas vivido.
Como le conozco bien y sé que tras las interminables cenas, las risas y las tertulias hasta el amanecer se esconde un profesional serio, responsable, dinámico, comprometido con los proyectos en los que participa además de extraordinariamente bien formado académicamente, me extrañaba sobremanera que tras varios meses de búsqueda, siga cobrando el desempleo, y en la última tertulia de este fin de semana así se lo hice saber:
-“Te contesto por e-mail, que se me amarga la tarta de queso”, me dijo como respuesta.
Pensé que no le apetecía hablar del tema delante del resto de los amigos, y lo dejé estar. Pero como es hombre de palabra (de ésos también van quedando pocos) hoy he recibido su respuesta, en forma de oferta de empleo enviada esta misma semana a su cuenta de correo y que os paso a contar, textualmente:
“Incorporamos (…) “15 primeros días de prueba, si la persona logra objetivos, se realiza contrato a media jornada, remunerado según convenio de oficinas y según la categoría de la persona (…) La persona candidata debe realizar una preselección presencial en Madrid (…)
Corrigiendo las innumerables faltas de ortografía del mensaje original, que ya es mucho conceder, el resumen es el siguiente: usted se traslada hasta Madrid pagándose el viaje de su bolsillo, obviamente, para en caso de que sea seleccionado, empezar trabajando quince días gratis y sin contrato, pero facturando para la empresa desde el primer momento. Si no logras objetivos, no sigues, pero la ganancia que generes hasta ese momento se la queda el empresario, que para eso paga sus impuestos (se supone). Si logras objetivos, eres premiado con un contrato a media jornada y se te pagará, esto es lo bueno, “según la categoría de la persona”. O sea, que como Xabi es tan buen tío, un tío de categoría, se va a llevar una pasta gansa siempre y cuando logre convencer al imbécil iletrado que ha redactado la oferta de lo importante que es expresarse con corrección.
Y lo demás que Xabi me dice en su correo os lo podéis imaginar. Lo triste que es estar estudiando ocho años para logar a base de esfuerzo sus dos titulaciones, trabajar lejos de tu casa, familia y amigos durante otros tantos y tener que soportar ahora a un presunto empresario que busca esclavos para aprovechar la situación de necesidad de la gente para forrarse. Un tipo, o grupo de tipos, que representa fielmente a una parte de la clase empresarial de este país, clase comandada por un impresentable como el presidente de la CEOE. Jugadores de ventaja, embaucadores y lo que más le molesta (y a mí): caraduras de la peor clase que se hicieron de oro gracias a la burbuja inmobiliaria y ahora piden ayudas públicas para ayudarles a vender los pisos que les quedan en cartera tras arruinar, con la connivencia de bancos y cajas de ahorro, sociedades de tasación y notarios, a tantos y tantos trabajadores.
Me dice además Xabi que sólo hay algo que le tranquiliza: saber que cuando las vacas eran gordas y se llevaba a casa su generoso sueldo (no lo niega) no les dio, a ninguno de ellos ni un solo euro de su bolsillo, porque vivió (y vive) de alquiler, invirtió sus ahorros con la firme convicción y la habilidad suficiente –“es lo que tiene la formación, para eso me ha valido”, dice- para que ninguno de ellos viera un solo céntimo de lo ganado con el sudor de su frente.
Xabi sólo les culpa a ellos. Ni a Zapatero, ni a Rajoy, ni a Obama -“ni a Dios ni al Vaticano, que también tendrían algo que ver”, me dice- Afirma mi amigo, y yo lo comparto, que todos ellos son meros actores secundarios en una película mucho más coral, por desgracia.
Estoy tan convencido de que Xabi saldrá adelante como de que la solución a muchos de estos problemas sólo pasa por un amplio consenso social y político, a unas soluciones globales para problemas globales… pero esa no es la historia que hoy quería contar…
Ánimo amigo.
Que ilu, al fin salgo en internet....
ResponderEliminarDe nada hombre, ya te pagarás algo. Porque te lo he dado hecho, no me jodas
Prota
De eso habláis en vez de disfrutar,no os invito más
ResponderEliminarNo quejarse que ya tenemos tema de conversación para la siguiente. Y Xabi tío, el problema no es de ellos, ES DE TU MALDITO FLEQUILLO DE SURFERO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarPor lo menos tengo pelo... en la cabeza
ResponderEliminary cintura tolerable Roger... A ver si Óscar publica la foto aquella en la que sales en el partido que echamos antes de la sardinada en Larrabetxu jugando de portero claro y SENTADO EN UNA SILLA JAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJ
Me parece un ejemplo bastante ilustrativo de una realidad que no por conocida debe dejar de denunciarse. SANTIAGO
ResponderEliminarSardinada? ¿qué sardinada? Si es al aire libre yo si podía ir ¿no? Misóginos irredentos.
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