jueves, 17 de noviembre de 2011

Seis meses después: Recuerdos del 15-M


Anti capitalismo y Coca Cola

Todo transcurría según lo previsto. Rastas, pendientes y eso. Pero metió la mano al bolsillo de sus Levi´s y sacó un paquete de Marlboro. Lo encendió con su Zippo. Siguió hablando con el periodista de la lucha contra el imperialismo, de los desafueros de la globalización, de las maldades del capitalismo y de la progresiva decadencia de una educación social mientras tiraba la colilla al suelo. Cuando terminó, sacó su Iphone para contarlo en su perfil de Facebook y twitear. Alguien se le acercó con una Coca Cola y le ofreció. El bebió con ganas. Manifestarse contra el sistema parece que da sed. Y a mí me pareció llamativa la imagen y digna de ser contada.
Porque el caso es que el asunto de los autodenominados “indignados” o del Movimiento 15-M se ha convertido en uno de los temas más recurrentes de tertulias de amigos, reuniones tras el trabajo (nunca durante) e incluso comidas familiares. Todo el mundo tiene una opinión bien formada según el color de la empresa periodística con la que se lo hayan hecho mirar, desde la tolerancia dicharachera de La Sexta hasta los pre-constitucionales reclamos bélicos de Intereconomía.
Me parecía esperanzador que miles de ciudadanos decidieran declararse hartos de todo y aprovecharan el clima pre-electoral para lanzarse a la calle a manifestarse, o a acamparse, o a lo que sea, pero no me lo acababa de creer del todo. Una vez más unos cuantos bienintencionados parecen haber sido manipulados por unos pocos malintencionados. He visto filtrarse demasiadas propuestas programáticas de algún partido político que rebusca entre los votantes desencantados con las dos principales fuerzas electorales del país y demasiados llamamientos a la reforma de un sistema electoral que el 99% de los manifestantes desconocen como para creerme del todo este movimiento. La Red nos permite además identificar como asesores políticos a alguna de las cabezas visibles de las protestas de la Puerta del Sol.
Viendo las diferencias en la actitud de los manifestantes antes y después de la pasada jornada electoral, me resulta todo demasiado previsible: la gran mayoría han levantado el vuelo y se han marchado a casa nada más terminar las elecciones municipales, como si el deber ya estuviera cumplido. Pero el caso es que el paro sigue igual, los problemas para acceder a la vivienda son los mismos luego… ¿para qué rendirse? Con esta retirada el movimiento pierde en alguna medida la razón de sus reivindicaciones, sobre todo vista la deriva violenta que están tomando algunas de sus actividades en los últimos días.
Una vez más, la esperanza cae golpeada por la realidad.

4 comentarios:

  1. No se Óscar, parece que deslegitimas el proceso porque aparezca algún dato que no te cuadra pero los miles de personas que salieron ayer a la calle no pueden estar todos sinedo manipulados con tanta facilidad. No creo que los partidos tengan nada que ver con todos estos movimientos, de verdad.

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  2. Poca violencia me parece para toda la que tendrían que emplear.
    Más guerrilla urbana guevarista es lo que hace falta y menos flower power tralalá.

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  3. No es un movimiento contra el sistema, sino para eliminar la corrupción del sistema. Ojalá fuera una revolución socialista, pero me temo que los abuelillos que protestan indignados no quieren cambiar el sistema político, y los que se han entrampado con sus hipotecas tampoco. Lástima, porque no saben de las bondades de un sistema verdaderamente soviético (por cierto, el Mac Donalds de Moscú es uno de los más rentables del mundo)

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  4. De acuerdo, buen artículo. El proceso de desencanto también ha sido fuerte en mi caso. Me hacía ilusión ver a la gente moverse para expresar su enfado, y lo defendí al principio, pero los de hoy no son los mismos que los primeros días, cuando encontrabas gente de toda edad y condición.

    Y el remate de la violencia ha tenido como consecuencia una fuerte pérdida de legitimidad del movimiento.

    En algún punto del camino el movimiento se pervirtió, quizá por esa infiltración de algún partido político que apuntas en el texto. O quizá por los anti-sistema violentos, o por carecer de una estructura sólida con un organigrama para participar en el sistema que pretenden cambiar, el caso es que se ha pervertido y tergiversado.

    Pese a todo, sigue siendo un interesante fenómeno sociológico que quizá ahora es difícil analizar con objetividad crítica sin la suficiente distancia emocional.

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