Las sensaciones vividas en estas últimas jornadas de trabajo han sido contradictorias. Por una parte, uno queda contento al saber que se ha entregado con honradez y rigor a un proyecto en el que cree, en el que lleva creyendo mucho tiempo. Y en el que no va a dejar de creer, sea dicho desde ahora. Pero también una cierta sensación de angustia y sobre todo de perplejidad.
Angustia porque cuando dentro de una organización se opta por dar la espalda a la voz de los ciudadanos, se reconoce implícitamente la incapacidad de análisis. Se sigue insistiendo en personas y por tanto actitudes que poco tienen ya que ver con un ideario y mucho con el ánimo del superviviente que está aquí porque no puede estar en otro sitio, porque no sabe hacer otra cosa, porque en ningún otro ambiente tan enrarecido y caduco como éste sería alguien… Perplejidad al darme cuenta que los buenos discursos, la honradez, el buen ánimo, la educación y el compromiso no tienen el refrendo de los votos, por miedo, interés o mera ignorancia.
He visto en estos últimos tiempos a señores desquiciados amenazar a chavales con actitudes más propias de otros tiempos, por fortuna cada vez más lejanos. He visto a responsables políticos “engallarse” con compañeros ante la atónita mirada de un periodista, por fortuna poco avezado que no dio noticia del hecho. Ambiente de opresión; olor a naftalina, a decadencia… Maleducados que cuelgan teléfonos; insustanciales que apartan la mirada con más miedo que vergüenza. Gestos torcidos. Miradas aviesas.
Por fortuna, también he visto actitudes valientes. Gente que como José Luis, que aún acosado y amenazado, tiene el valor de subirse a un estrado a hablar de lo que pocos hablan, a decir lo que algunos no quieren escuchar. A trabajar en lo que le piden. A trabajar en lo que cree. Sin descanso. Con responsabilidad.
Gente como Javier; incombustible, incansable. IN. Reflexivo a veces, impulsivo otras. Horas al pie del cañón. El mismo gesto de asombro que los demás que se sentaban a altas horas de la madrugada a escuchar peticiones surrealistas. Ese gesto, de puro asombro, no es otra cosa que el rostro de la honradez.
Y el Poeta, el amigo de la sonrisa permanente pero los ojos tristes, el que me ha regalado el término “menocre” para definir a quienes ni siquiera pueden llegar a la categoría de mediocre, los que son aún menos que ellos. Por muy alto que crean estar. Por mucha soberbia que destilen, en el fondo, no son más que eso: Menocres.
Y muchos más. Los de las mañanas: Eduardo, Santi, Luis, Joaquín, Nacho, Ángel…. Los de las tardes: Caballero, Conchi, Rosa, Ana, Juan, Luis, Mario, Joaquín, Arturo, Yolanda, Gonzalo, Chelo, Raquel…. Y Eloy siempre en el recuerdo, al que tenía muchas ganas de dedicarle una victoria que de momento no ha llegado… Gente con ánimo, con ideales y sobre todo, lo que les distingue de otros, con la vida más que resuelta.
Y Paco, claro. Generoso, capaz. Incombustible. Firme en la esperanza y elegante en la no victoria –me niego a hablar de derrota-. Cuando una persona es recibida en una sala con todos los asistentes en pié y con un aplauso atronador pese a no haber ganado y dice lo que él dijo (y cómo lo dijo) merece por ello todo el reconocimiento posible.
Reflexionaremos. Pensaremos en lo sucedido y nos podremos en pié de nuevo. Porque lo hemos hecho más veces. Porque somos necesarios. Y volveremos a empezar.
Es una promesa.
Habéis hecho un gran trabajo. Y tu has sido todo un descubrimiento. Has sido felicitado también en el Diario Montañés, por lo de Twuiter.
ResponderEliminarÁnimo y ¡arriba!
PODRAN CORTAR TODAS LAS FLORES.....PERO NUNCA DETENDRAN LA PRIMAVERA.....
ResponderEliminarTe seguí por lo del Twuiter del Diario y por Face. Está bien lo que dices, pero creo que también un poco de autocrítica no vendría mal, está claro que algo no habeis hecho bien. O tal vez os hayan tomado el pelo los que dijeron que sí y luego fue no....
ResponderEliminarNo se. Ya me contarás con unas cañitas.
Bss